Proyecto Perpetuando la Red LAC.
Realización: Red LAC y Museu da Pessoa.
Entrevistada: Maria Nazaré de Souza.
Entrevistadores: Danilo Eiji y Márcia Trezza.
Lugar de la entrevista: São Paulo.
Fecha de la entrevista: 16 de noviembre de 2006.
Transcripción: Lúcia Nascimento.
Traducción: Andreia dos Santos Menezes.
Buenas tardes. Me gustaría que me dijeras tu nombre, fecha y lugar de nacimiento.
Nazaré – Soy Maria Nazaré de Souza, nací en una comunidad llamada Apiques, ubicada en el Asentamiento Maceió, distrito de Baleia, municipio de Itapipoca, Estado de Ceará.
¿Y cómo es el lugar donde naciste?
Nazaré – El lugar donde nací era muy subdesarrollado, sin estructura, faltaba carretera, faltaba todo. Hoy todavía falta, porque hay un ramal de carretera muy malo para que se pueda llegar. Pero, hasta hace un año, para que se pudiera llegar a mi casa de transporte, habría que esperar que el mar secara, que bajara la marea, para que se pudiera pasar, porque vivo cerca de la playa y si se tardara un poco, sólo se podría volver después de que bajara la otra marea. Tampoco había teléfono público ni nada. No hay torre de celular cerca. Es difícil. Tienes un celular que no tiene señal. Entonces viene el motivo: además del poco dinero, yo nunca me he interesado en comprarme un celular, porque ¿para qué sirve tenerlo en la mano y no tener el sonido, verdad?
¿Pero sigue así todavía?
Nazaré – Ahora, con la carretera de barro, el transporte ya llega en mi comunidad, pero el celular todavía no funciona. También hay un teléfono público, que realmente es bueno. Funciona mismo y aún mejor cuando a distancia, funciona mejor que llamada local.
¿Cuántas personas viven en la comunidad?
Nazaré – En la comunidad donde vivo, somos, hoy, más de 500 personas. Son 94 familias. Está a la orilla del mar, una villa prácticamente de pescadores y agricultores. Son pequeños pescadores artesanales que sobreviven de la pesca, del...
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Realización: Red LAC y Museu da Pessoa.
Entrevistada: Maria Nazaré de Souza.
Entrevistadores: Danilo Eiji y Márcia Trezza.
Lugar de la entrevista: São Paulo.
Fecha de la entrevista: 16 de noviembre de 2006.
Transcripción: Lúcia Nascimento.
Traducción: Andreia dos Santos Menezes.
Buenas tardes. Me gustaría que me dijeras tu nombre, fecha y lugar de nacimiento.
Nazaré – Soy Maria Nazaré de Souza, nací en una comunidad llamada Apiques, ubicada en el Asentamiento Maceió, distrito de Baleia, municipio de Itapipoca, Estado de Ceará.
¿Y cómo es el lugar donde naciste?
Nazaré – El lugar donde nací era muy subdesarrollado, sin estructura, faltaba carretera, faltaba todo. Hoy todavía falta, porque hay un ramal de carretera muy malo para que se pueda llegar. Pero, hasta hace un año, para que se pudiera llegar a mi casa de transporte, habría que esperar que el mar secara, que bajara la marea, para que se pudiera pasar, porque vivo cerca de la playa y si se tardara un poco, sólo se podría volver después de que bajara la otra marea. Tampoco había teléfono público ni nada. No hay torre de celular cerca. Es difícil. Tienes un celular que no tiene señal. Entonces viene el motivo: además del poco dinero, yo nunca me he interesado en comprarme un celular, porque ¿para qué sirve tenerlo en la mano y no tener el sonido, verdad?
¿Pero sigue así todavía?
Nazaré – Ahora, con la carretera de barro, el transporte ya llega en mi comunidad, pero el celular todavía no funciona. También hay un teléfono público, que realmente es bueno. Funciona mismo y aún mejor cuando a distancia, funciona mejor que llamada local.
¿Cuántas personas viven en la comunidad?
Nazaré – En la comunidad donde vivo, somos, hoy, más de 500 personas. Son 94 familias. Está a la orilla del mar, una villa prácticamente de pescadores y agricultores. Son pequeños pescadores artesanales que sobreviven de la pesca, del cultivo de la tierra y de la creación de pequeños animales. También está el trabajo que hacen las mujeres, hay mucha artesanía. Esa renda de huso que he traído, son ellas, las mujeres que la hacen. Y está también la recolección de las algas marinas.
Volvamos un poco para tras, me gustaría saber el origen de tu familia y un poco más sobre tus padres y tus abuelos.
Nazaré – Mi familia tiene origen indígena. Solamente mi abuelo paterno, dicen, tenía sangre alemana. Muchas personas antiguas todavía lo dicen. Mis abuelos son de mil ochocientos y pico, del otro siglo, del siglo 18 todavía. Entonces, hay mucha mezcla con los portugueses, con los alemanes, con los holandeses, ese pueblo que llegaba para explotar las tierras, que eran de los indígenas. Mis otros abuelos eran de origen indígena. Por cierto, mi abuela, que está casada con mi abuelo paterno, es india pura mismo, de una raza llamada Tapuia, que es indio. Mi abuela era de esa descendencia de indios.
¿Y tus padres?
Nazaré – Mi padre era, por cuenta de esa mezcla, un hombre moreno claro y mi madre también era morena clara. Ellos vivían en la misma comunidad, se casaron y vivieron.
¿Sabes cómo se conocieron?
Nazaré – Mi madre contaba lo siguiente: ellos vivían cerca uno del otro, o sea, en la misma comunidad, y, entonces, se enamoraron y estuvieron de novios unos días y mi padre le habló sobre casamiento. Pero en aquel período, casamiento era algo prohibido, tanto para hombre como para mujer. Y mi abuelo, que era un hombre muy considerado en la comunidad, no aceptó el casamiento, porque mi madre era de una familia muy pobre. Mi madre era tan pobre que me contaba que hasta los 14 años de edad, casi una mujer formada, andaba desnuda, como india. Ella tenía mucha vergüenza de eso, de haber formado parte de esa realidad. Por eso, por mi madre ser de una familia pobre, mi abuelo también era pobre, pero un poco más considerado en la comunidad, pensaba que ellos no debían casarse y terminó deteniendo el casamiento por algún tiempo. Pero, con el tiempo, mi abuelo percibió que mi padre no desistía y resolvió acordar: “Ahora, sí, se pueden casar”. Entonces, salió el casamiento. La mayoría de los hijos y de las hijas de mi abuelo paterno tuvo los casamientos arreglados por él. Aquella regla que aparece en las telenovelas, la mujer se casa cuando el padre la ofrece, y el hijo, cuando el padre le da una novia, así fue la regla de mi abuelo.
Y ellos se casaron porque insistieron...
Nazaré – Él acabó cediendo y mandó que se hiciera el casamiento.
¿Qué cuentan ellos de su nacimiento?
Nazaré – Fui la última hija de una familia de 10 hermanos. Después, parece que mi madre tuvo un aborto todavía. Pero, hija mismo, yo soy la última. Dicen que yo nací en un período... Hay una duda: unos dicen que soy de antes, de 51; otros dicen que soy de 52. Pero cuando me vine a hacer el certificado de nacimiento, después de grande, en mi certificado salió 52. No sé porqué. No fui yo quien indicó mi certificado. Aparecí registrada en 52. Creo que hay un cierto cambio ahí mismo.
Y, con 10 hermanos, te debían mimar mucho, ¿no?
Nazaré – Me mimaron mucho. Era la última hija, mi padre me quería mucho. Crecimos en una familia muy unida, mi padre y mi madre eran muy unidos. Es una familia muy religiosa, que guarda la cultura religiosa, que reza el rosario todas las noches y que se sienta toda junta en la mesa para el almuerzo. Nos criamos más o menos en ese ritmo. Y nosotros, como hermanos, éramos muy amigos dentro de casa. Nadie hacía negocio sin que fuera combinado en la familia. Era muy interesante eso. Y, así, fui creciendo en esa familia y con ocho años de edad mi padre murió, y mi madre asumió esa familia, en el período en que todavía no existía jubilación para una trabajadora rural.
Sufrimos mucho, porque había dos hermanos hombres, uno de 14, otro de 16 años, y aunque fueran adolescentes, asumieron el peso de la casa, de trabajar fuerte en el conuco. Ayudábamos, pero el peso más grande era de ellos. Ellos pescaban y trabajaban en el conuco. Nosotros trabajábamos también en el conuco, contribuíamos. Era una familia que tenía una ayuda mutua entre madre, hijos y todos. Todo el mundo trabajaba en común, nadie tenía nada para sí. Trabajábamos y toda la producción iba para casa. Vendíamos lo que no se necesitaba comer, porque conseguíamos la harina, el frijol, el maíz, la reserva de la familia para tener alimento suficiente en casa. Lo restante, lo excedente, vendíamos para comprarnos la ropa, el zapato, lo que fuera posible. Entonces, hacíamos la división. Quien tenía más necesidad de “x” cosa, era a ese que se le daba prioridad. Era la regla de la familia, muy unida. Y hemos crecido, todos nos hemos casado.
Mi madre murió 20 años después de que mi padre había muerto. Pero, entonces, cuando ella murió, se había casado el último hijo. Estaba todo el mundo en sus casas. Una familia muy unida, gracias a Dios.
¿Cómo fue tu escuela?
Nazaré – La escuela en la que yo estudiaba no existía. Había allí una persona que enseñaba, en ese tiempo, el alfabeto y algunas cosas. Porque alguna profesora que aparecía era semi-analfabeta también. Pero valorábamos mucho eso, porque sabes que lo poco que sabían, tenían mucho gusto en compartir en la comunidad con las personas. Y las personas aprendían a escribir su nombre y alguna cosa. Así fue.
Antes de que muriera mi padre, yo tenía un sueño muy grande. Yo nací muy dotada de inteligencia, de tanta cosa, que tenía un carisma muy fuerte. Recuerdo que mi hermana, la segunda hermana, fue para una escuela, en la que estudió hasta el segundo curso de la enseñanza primaria. Y ella escondía un libro que nosotros cogíamos, mi hermano y yo. Subíamos en la hamaca, íbamos en las paredes de la casa, hacíamos todo, y adquiríamos esos libros suyos para leer. Mi hermano lo cogía para hojearle las figuras, y yo, para verle la lectura.
Yo tenía ganas, lloraba para ir a la escuela. Y mi padre me decía: “Cuando crezcas más, irás”. Sé que a los seis años, más o menos, mi padre comenzó a pagarle a una sobrina suya para que me enseñara, porque ella sabía leer un poquito. No existía una escuela del ayuntamiento, de manera alguna. Tenías que pagar. Tenías que dar el cuaderno, el libro, el lápiz, todo. Y, además, pagarle a la profesora. Era escuela particular. Si fuera buena, muy bien, pero en el campo...
¿Esas profesoras eran una iniciativa propia?
Nazaré –Ellas daban unas clasecitas y los padres...
¿Eran de la parroquia, de la comunidad?
Nazaré – Sí, eran de la propia comunidad. Los padres se juntaban y hacían un acuerdo de tantos niños. Porque, ya que mi padre no podía pagarle un sueldo mínimo o una suma “x”, entonces se juntaba allí un grupo de padres que les ponían a aquellos niños y cada uno le pagaba un “x” al mes. Y ella recaudaba aquel porcentaje que le daba más o menos el valor de un sueldo mínimo mensual. Eso era bueno, el trato de la comunidad. Yo, esos dos años en los que mi padre estaba vivo, que me puso en la escuela, aprendí.
Cuando fui a la escuela, no sé porqué, sabía leer. Conocía todas las letras del alfabeto, sabía la junción de los nombres, sabía leer. Entonces, yo tenía un cierto progreso. Y pasé parece que dos meses con esa prima mía y aprendí hasta el primer curso. En dos meses, pasé todo eso. Y entonces, decidí no ir más a su escuela porque yo quería aprender matemáticas, y ella no las sabía. Leía lo que decía el libro, como se debía hacer las letras, los ejercicios, y entendía los ejercicios del libro. Le decía: “¡Ah, Carla Tenemos que hacer así”. Y ella decía: “Si sabes hacerlo, pues hazlo”. Y yo lo hacía y hacía sola las cuentas. Y le dije: “Papá, no le pagues más, porque Carla no sabe”. Salí de su escuela. Después, él le pagó dos meses más a otra mujer. Cuando murió papá, yo tenía cuatro meses de escuela.
¿La otra mujer también era de la comunidad?
Nazaré – De la comunidad. Pero esa sabía un poquito más. Enseñaba cuentas de sumar, restar y multiplicar. Lo único que no sabía era las cuentas de dividir. Pero para las otras tenía un guión y me enseñó a sumar, a multiplicar.
¿En qué momentos estudiabas? Porque también ayudabas en el trabajo de tu familia, ¿no?
Nazaré – Sí, era una rutina que...
¿Cómo era esa rutina?
Nazaré – El día amanecía a las cinco horas de la mañana, cuatro horas. Mi padre salía para el conuco con mis hermanos. Nos quedábamos en casa, a veces, o también íbamos para el conuco. Porque éramos tres hermanos hombres – cuatro con un nieto que mi madre crió - y cinco hermanas mujeres. Porque cuando nací, mi primera hermana ya se había casado. Entonces, éramos cinco en casa. Y yo no acompañaba mucho, porque era la última hija y era muy mimada. Mamá decía que las otras que trabajaran más. Pero aun así yo ayudaba. Iba para el conuco ayudar a cosechar frijol. No hacía trabajo muy duro, pero ya hacía alguna cosa.
¿Su madre también iba para el conuco?
Nazaré – Sí. Y, cuando llegaba en casa, yo ayudaba a quitar el frijol de la vaina, a pelar la fruto del ricino, a desgranar las mazorcas de maíz con la mano, dedito de niño, me dolía. Se formaban callos, porque desgranaba la mazorca con el dedo mismo. Entonces, así era. Una vida muy dura. Y vivíamos de eso: de la agricultura, de la creación de cerdo, cabra, gallina, oveja, pato, pavo. Creábamos para automantenernos. Porque, cuando faltaba pescado, como vivíamos muy cerca de la playa, teníamos carne para comer. Y sin hablar del frijol, del maíz, de la batata, de la calabaza que mi familia producía. Nunca he visto dinero en mi casa sobrando como para decir: “Vete a comprar eso o ponerlo en el banco”. Pero, comida natural, la teníamos suficiente. Nunca he pasado hambre.
¿Había intercambio en la comunidad, entre las personas?
Nazaré – Había mucho intercambio. Por ejemplo, mi padre pescaba con tarrafa . Tarrafa y paquete, una pequeña canoa un poco más grande que esta mesa. Y mi padre las ponía en el mar, ponía unas redes arriba y traía mucho pescado. En ese tiempo, no había mucha gente, era un lugar con pocas personas. Creo que había once familias. Y, entonces, cogían pescado muy cerca de la playa. Y había pescado suficiente. Y los que no pescaban traían cosas para intercambiar con mi padre, si él no tuviera, intercambiaba por pescado. Y así vivía la gente. Intercambiaba pescado por almidón. Lo que no teníamos, lo intercambiábamos con los demás. Y también plantábamos algodón y lo hilábamos. Aprendí a hilar muy chiquita. Hacía el huso, una vara de palo fino, como una culebra, pesada, que tuerces en el dedo, y vas trayendo el algodón que va formando un x. Pasas en la pierna, das una vuelta y formas una x.
¿Quién te lo enseño?
Nazaré – Mi madre me lo enseñó. Ah, yo hilaba mucho. Tenía una...
¿Te gustaba hilar?
Nazaré – Me gustaba, pero ya no es posible. Con el tiempo, nuestra vida se va cambiando. Yo hilaba. Tenía mayoría para intercambiar de trabajo con otras colegas, porque trabajaba en mutirão . Y había una regla: la mujer que hilara el valor de 125 gramos de hilo al día, esa mujer era muy fuerte. Y yo hacía eso. Hilaba más de 125 gramos al día. Lo hacía intercambiando con las compañeras. Hilaba una cantidad para una, trabajaba en mutirão, todo el mundo hilando eso. El día siguiente, ellas hilaban para mí. Así era.
¿Mutirão cómo?
Nazaré – Mutirão de mujeres. Nosotras llamamos de mutirão, cuando un grupo se junta para hacer un trabajo.
¿Y el mutirão era para hilar?
Nazaré – Era para hilar, para cuidar del algodón. Mi madre también tenía un telar manual y ese telar también daba randa suficiente para casa. Ellas nos tejían hamacas y tejían hamacas de otras, de esos hilos que nosotras hilábamos. Y cuando tejían para terceros, recibían el dinero por eso y teníamos más esa renta de dinero en la familia. Además de la sobra en la producción, también había esa. Es eso, la vida del interior se completaba: pesca, agricultura y alguna otra cosa así.
¿Ustedes se juntaban en otros mutirões?
Nazaré – Nos juntábamos para cosechar frijol, cosechar algodón en los conucos, para desgranar las mazorcas de maíz, rallar mandioca en los molinos.
¿Era una tarea de mujer?
Nazaré – Sí. Todo eso lo hacían ellas. Era trabajo bien... Rallé tanta mandioca. Y me parecía bueno. Nos levantábamos a las tres de la madrugada para ir al molino, había que caminar más o menos unos dos kilómetros a pie. E iba para allá, me ensuciaba entera, pero era un ensuciar bueno. Rallaba mandioca, después pasábamos un trapo para quitar el almidón, para hacer tapioca y, con esa masa, se hacía la harina. Rallábamos, quitábamos el almidón, lo poníamos en envases, lo colábamos. Todo ese trabajo que hacíamos. Si me preguntas sobre el trabajo del interior, voy a tardar toda una noche.
Estoy curioso porque has dicho que tu madre que te enseñó. ¿Cómo era tu madre? ¿También tenía esa misma rutina?
Nazaré – Lo mismo. Ella también sabía hacer randa, pero la randa que hacía ella era esa randa negra para adornar vestidos. Hacía lo que llamábamos de camisa de mujer, que era un vestido de otro vestido, muy randado, bonito, para vestir por debajo del vestido. Hacía unas camisas de cuello redondo, lleno de randa, falda volante. Eran unos vestido muy bonitos, pero los debías usar escondidos, porque era para poner el vestido por encima. Y, a veces, se ponía un vestido fino y transparentaba un poco. Era muy bonito el tipo de trabajo que hacían.
¿Y tu relación con tu madre?
Nazaré – Éramos muy próximas. Al final, yo andaba mucho más con ella. Cuando yo era pequeña, pienso que la hice sufrir mucho. Porque una de mis hermanas sufría de epilepsia y murió en el último de febrero y fue sepultada el primero de marzo. Pasado el mes de marzo, enfermó mi padre. Cuatro, cinco días después que murió ella, mi padre enfermó. Y, el día 12 de abril del mismo año, mi padre también murió. Entonces, mi madre tuvo una pérdida muy grande. Lloró mucho, porque perdió a una hija y al marido muy cerca. Y tenía aquella cantidad de niños, porque mis hermanos eran todavía pequeños, con 14 años, 16, eran adolescentes. Había nada más que dos jóvenes mayores. Lo restante era menor de 16 años, sólo niños. Ella sufrió mucho.
Yo quería mucho ver a mi padre y me ponía a llorar, me quedaba dentro de casa, en la habitación. Dormíamos todos juntos, en la misma habitación. Por cierto, se armaba mi hamaquita cerca de la hamaca de mi padre. Me parecía bueno, porque yo dormía y cuando era tempranito, cuando él se levantaba, él cogía su sábana, que era muy grande, y me tapaba bien tapadita. Él me decía: “Despiértate, chica perezosa”, en el momento que me estaba tapando para que durmiera más. Me acostumbré y en mi casa era siempre la última que se despertaba, era muy mimada. Y, gracias a Dios, ese concepto creció y aún hoy día mi familia me admira mucho, mis hermanos, gracias a Dios.
La hice sufrir porque me ponía a llorar. Iba a la habitación, iba a la cocina, iba al salón, iba al otro salón pequeño y me ponía a buscarlo. Me quedaba alrededor de la casa, buscándolo y llorando. La casa era chica, creía que lo iba a encontrar. Le era muy próxima y creía que lo iba a encontrar en algún rincón. Y mientras más lloraba, más lloraba ella también, de ver mi persecución de inocencia. Yo creía que iba a encontrarlo. Pero, aunque parezca increíble, no sé si porque era niña, pero soñé pocas veces con mi padre. Pero mi madre murió después de que me había casado y es difícil una semana que no sueñe con mi madre. Y sueño naturalmente, así andando, como andábamos. Junto a ella en los trabajos, yendo a pasear a casa de amigos y compadres, que era yo quien la acompañaba.
Yo era muy confiada y a la vez muy rígida, porque nací muy revolucionaria. No aceptaba que nadie me dictara reglas a mí. Tenía una pelea interna en casa. Pelea, no, porque nunca nos pegamos. Pero no me llevaba bien con mi hermana mayor, la mayor que vivía todavía en casa, porque quería mandar en mí. Y nunca acepté que nadie mandara en mí. Y mi madre tenía sus reglas: en aquel tiempo, una chica del interior no usaba carmín, las hijas usaban carmín si le mandara el padre; no bailaban, porque era pecado; vestía la moda que los padres querían; salían a la fiesta que los padres les dejaban salir. Era así. Yo, no. Cuando fui creciendo, aun acompañando a mi madre, fui usando carmín, desobedecí. En el forró , porque a veces ella nos acompañaba, yo bailaba para que ella viera. Así que fui la oveja negra.
¿También ella era rígida?
Nazaré – No era tan rígida, pero es la regla que había. La cultura local, la tenía que mantener. Yo, hoy, hago más payasadas cuando joven, mucho más.
¿Las fiestas eran siempre religiosas?
Nazaré – A veces eran fiestas religiosas, otras veces eran juegos de la comunidad. Existía un viejo que vivía cerca, era tocador de safona . Tocaba un instrumento que es menor que la sanfona, que se llamaba harmónica. Él hacía forró. Pero mira cómo era ese forró: primero había una novena de santo y la última noche se hacía una subasta y después de la subasta era un forrocito para que bailáramos. Y sólo me acuerdo de fiestas así. No había fiestas por hacerlas nada más. Se hacía la fiesta ya relacionada a un rito religioso. Eran las fiestas que se podían hacer: subasta, de canto de guitarristas, de serenatas. La gente hacía mucha serenata. Me desperté mucho, soy enamorada de toque de guitarra, y me despertaba de noche con la gente tocando, abríamos la puerta. Iba hasta casi el amanecer. Era una fiesta muy bonita y allí se juntaban las familias, la comunidad, en la claridad de la luna. Ni siquiera se pensaba en energía.
¿Fue entonces que te empezó a gustar cantar?
Nazaré – Cantar, yo tenía ganas de cantar desde niña, porque tuve muchos sueños en mi vida: soñaba ser cantante, soñaba ser locutora de radio, soñaba ser profesora. Imagínate, ¡soñaba ser monja Porque me parecía bonito aquel hábito, bien cerradito. Pero, en mi vivencia, aun no habiendo encontrado oportunidad, descubrí que tal vez no fuera la verdadera monja. Porque monja tiene mucha obediencia y yo nunca le he sido obediente a nadie.
Pero cantante te hiciste...
Nazaré – Así es. Pero lo que me parece peor de los encuentros es tener una regla para “x” hora, porque quiero estar en un lugar y salir a la hora que quiera.
¿Puedo pedirte un favor? Quería que cantaras aquella canción que se volvió un himno en las marchas.
Nazaré – Esa lucha nos es fácil. Comencé a hacer algunas canciones, perdí algunas. Pero, esa, la hice ahora, después de que comencé a entrar en los movimientos de mujeres.
“Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder.
Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder.
Vamos juntas compañeras,
Vamos a hacer valer
Vamos a quebrar las corrientes
Del machismo y del poder.
Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder.
Sin la mujer en este mundo,
Sería demasiado triste
No nacía gente nueva
El mundo no tenía paz.
Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder.
La mujer nació para ser
Por el hombre bien amada
Ser amiga y compañera,
No para ser discriminada.
Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder.
Somos gente, somos fuerza
Tenemos que tener igualdad.
Al lado de los hombres fuertes,
transformar la sociedad.
Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder.
Vamos a conquistar el espacio
Que hay en el mundo para nosotras.
Comandar los sindicatos y
En la política tener voz.
Esa lucha no es fácil, pero tiene que acontecer.
La mujer organizada tiene que llegar al poder”
(Aplausos)
¿Fue en una de esas fiestas que conociste a tu novio?
Nazaré – No, novié mucho. Comencé a noviar cuando tenía 11 años de edad. Crecí muy rápido. Con nueve años de edad ya estaba jovencita y en ese período ya había perdido a mi padre y surgió en la región un movimiento llamado Círculo Operario. Y quien se asociaba pagaba una cierta cantidad y como recompensa tenía una escuela en el local. Fundaron allí una escuelita en una comunidad cerca y yo fui para la escuela del Círculo Operario, donde pasé más o menos un año. No, pasé unos seis meses y salí porque la dueña de la casa tuvo una cierta pelea conmigo, porque ella bebía aguardiente y un día se emborrachó y yo no lo acepté. Y el borracho es valiente. La mujer agarró mi libro y lo tiró y yo, revoltosa, no fui más a la escuela en su casa. En ese tiempo, había un primo que se enamoró de mí. Era aquel noviazgo, sentar cerca, ¿no? Comencé a flirtear muy chica. Después de eso, flirteaba a otras personas.
¿Él fue el primero?
Nazaré – Él fue el primero. Nunca he tenido novio serio, de beso. No. La persona con quien más novié fue el chico con quien me casé. Fueron dos años.
¿Y dónde lo conociste?
Nazaré – Era de la comunidad. Éramos primos y vivía muy cerca. Es cuatro años menor que yo. Pero, si lo ves hoy, piensas que él es casi mi padre. Creo que es porque ha engordado mucho, tiene problema de salud, y también la vida del mar que abate mucho al hombre. Se ha hecho muy viejo, pero es cuatro años menor que yo.
¿Cuándo te casaste?
Nazaré – Me casé con 23 años y no porque tuviera tantas ganas de casarme. Porque les diría a ustedes, soy casada, me gusta mi marido, me gustó y todavía me gusta, tolero. Hay días que tengo ganas de mandarlo para lejos. Por tres veces, casi me separé. No me separé por causa de mis niños que he criado. Tenía responsabilidad con ellos. Recibí los niños de otras familias. Vivían conmigo y darlos a terceros, ahí que enloquecerían de verdad. Porque hijo adoptivo ya es algo problemático, imagínate si los diera a otro, a un tercero. Por eso, soporté. Pero casi me separo. Casi, casi, casi. Pero nos conocíamos de la propia comunidad. Yo trabajaba en la fabricación de harina de mandioca y me vine a trabajar en fabricación de mi suegro y comenzamos a flirtear en el trabajo mismo. Y después fue...
¿Entonces, te casaste?
Nazaré: Me casé. Acabé casándome con él. En algunas cosas yo percibía que nos relacionábamos bien. En una cosa que él es bueno, en ese sentido, es que peleamos, pero nadie tiene ira. Peleamos, discusión, pero dentro de un rato estamos hablando como si no hubiéramos peleado. Y, a veces, siento que aunque me dañe - porque realmente hay hombres a quienes les parece gustarles dañar a la mujer, sólo por placer - aunque me dañe, siento que le gusto. No lo debía hacer, porque quien quiere a alguien no le debía dañar. Pero pienso que la mayoría de los hombres es así, te daña porque le gusta verle a la mujer llorar, le gusta verle a la mujer buscándolo, ¿sabes? Pero lo hice sólo por un cierto tiempo, porque después aprendí a valorarme y no busco más a hombre alguno.
Pero él te estorba... Eres súper activa.
Nazaré – Pero eso depende mucho del estilo de la mujer.
¿Cómo?
Nazaré – Cuando nos casamos, yo ya era una especie de liderazgo en la comunidad. Desde niña, yo tenía mucha fe en la comunidad, rezaba el rosario, aprendí a rezar el rosario porque era la cosa de moda de la época. Aprendí a rezar el rosario y conseguía llamar a la juventud, llamar a la juventud y a los mayores. Entonces, yo leía, sabía leer y, con ese poco que sabía, también me hice una profesora semi-analfabeta enseñando. No porque no fuera profesora formada, sino porque veía la necesidad local y tenía que enseñar. Entonces, juntaba grupos de niños, los padres me pagaban por mes. Con eso, tenía mi independencia. Empecé a alfabetizar cuando tenía 13 años. Siempre he sido una chica independiente de mis hermanos. Siempre he tenido mi dinerito para comprarme mis vestidos, mi zapato, mi carmín. Siempre he sido así. Tenía una cierta amistad en la comunidad. Y fue en el tiempo en el que empezaron las comunidades y que me he hecho muy amiga de todos.
Y, cuando me casé, fue en la época en la que surgieron allí las comunidades eclesiales de base. Entré en la iglesia. Hacía celebración, tuve una formación casi de monja mismo, porque hacía celebración de la palabra, hacía preparación de casamiento, hacía preparación de bautizado, preparación de crisma. Formaba parte del consejo parroquial y diocesano de legos involucrados. Así que tenía una relación tan fuerte con la iglesia que terminé peleando con el obispo y ya no fui. Porque la iglesia es así, te dan libertad hasta cierto punto. Pero, cuando ven que estás viendo más allá de tu nariz o creas voz para decirles no, porque nunca he sabido decirle sí a lo que no quiero, como no les dije sí, hubo pelea y yo acabé... No rompí de todo, porque todavía hago mucha cosa en la comunidad. Soy católica, muy bien, pero acabé dejándolo de lado.
¿Había un cura en la comunidad?
Nazaré – No, no había. El cura vive muy lejos y nosotros íbamos a la parroquia. Nosotros que hacíamos varias cosas en la comunidad. Preparábamos todo para cuando el cura viniera. Eso era trabajo voluntario que hacíamos para la iglesia, nadie lo hacía para ganar nada. Y, cuando me casé, ya tenía ese cierto liderazgo. Y también, cuando me casé, era exactamente en la época en la que se formó una colonia de pescadores, como se dice, una mini comisaría de la capitanía de puertos, y en esa colonia los pescadores estaban organizados. Y ese dinero que ellos recaudaban de pagarle mensualmente a la colonia era retribuido con una escuela para sus hijos. Y la profesora nombrada fui yo, y ya en el año siguiente me casé. Empecé como profesora y tenía todo ese trabajo de la iglesia. Acabé dejando de ser profesora, pero aun así, volví a enseñar alfabetización de jóvenes y de adultos. Enseñé durante mucho tiempo por el método Paulo Freire, aprendí mucho. Aprendí a respetar al otro, a sacarle lo que sabe, a valorar más al otro. Fue muy bueno.
¿Cómo conociste el método Paulo Freire?
Nazaré: – Conocí por el MEB, que es el Movimiento de Educación de Base, coordinado por la diócesis. Ellos trabajaban con ese método para enseñar a jóvenes y a adultos en las comunidades donde existían jóvenes y adultos analfabetos. Enseñé durante mucho tiempo por ese método. Después enseñé durante un año por el Unicef, que tenía este mismo método. Enseñé por mucho tiempo, pero era en cuotas. Daba seis meses, paraba. Después enseñaba de nuevo. Así, por el Unicef, enseñé un año y después acabé desistiendo.
¿Por el MEB también era trabajo voluntario?
Nazaré – Yo tenía mi gratificación. Como profesora, en todo lo que enseñé, tenía mi gratificación.
¿Fuiste a enseñar fuera de da comunidad?
Nazaré – No. Enseñaba en la comunidad. Enseñé fuera de la comunidad cuando era soltera. Fui a otra comunidad distante, donde había un grupo que formaba parte de mi familia, por parte de madre. Un tío mío me llevó allí para que alfabetizara a unos jóvenes y a unos adolescentes. En un año, fui y pasé cuatro meses, en el otro, fui y pasé tres meses. Después, volví. Fue el viaje que hice fuera de la comunidad para enseñar. Lo restante enseñaba en la comunidad. Y fue cuando entré para esos movimientos de la iglesia. En el movimiento de la iglesia, estaba involucrada en el movimiento popular, sindical, partido, comisiones. Cuando el CETRA empezó, haciendo articulación con los trabajadores, ya participaba del movimiento de mujeres y me fui involucrando más.
En 86, participé del primer encuentro de fundación del Movimiento de Mujeres Trabajadoras Rurales del Nordeste. Entonces, ya está. Yo volé. Fue el primer viaje que salí del estado, fui a João Pessoa y me quedé en la primera comisión provisoria, que organizaba las cosas. Pasé ya 12 años en esa coordinación.
¿Cuándo empezaste a trabajar con las mujeres?
Nazaré – Empecé a trabajar con las mujeres en ese movimiento de la iglesia. Había un movimiento que se llamaba Día del Señor, que juntó a algunas mujeres. Ese movimiento articulaba, daba una cierta visión crítica para los movimientos sindicales. Era un cura y una monja americana. Y la monja empezó a descubrir que para las reuniones sólo iban hombres. Así que la monja decidió que, para que las mujeres participaran, había que hacer un encuentro de esposas. Entonces, empezó la historia de encuentro de esposas. Pero comenzamos a reunirnos con las esposas, pero fue todo tipo de mujer, porque descubrimos que las esposas son explotadas, pero las prostitutas también lo son, las solteras también lo son. Entonces hay que trabajar la cuestión de las mujeres. Así que nos dedicamos a eso. Y, cuando empecé a trabajar con el CETRA, el CETRA tenía un trabajo que era llamado Mujer y Ciudadanía, un programa.
¿Qué es el CETRA?
Nazaré – Centro de Estudios y Trabajo y de Asesoría al Trabajador. Es una ONG que tiene sede en Fortaleza, pero va a las comunidades. Aún hoy trabaja allí.
¿Esa ONG está ligada a quién? ¿A la iglesia?
Nazaré – Es autónoma. Aun trabajando mucho con personas de la iglesia, no tiene vínculo alguno. Empezaron solos, viendo una realidad. Empezaron con asesoría a trabajadores, después pasaron para cuestiones de desapropiación de las tierras. Hoy ya están con un programa de generación de renta, para mejores condiciones en las áreas de asentamiento. La cuestión del agua, en ese programa de 1 Millón de Cisternas, ellos también están involucrados. Mucha cosa. La COOCREDI es iniciativa suya, del CETRA. Porque les parece que el banco... les parece, no: los bancos excluyen mucho al trabajador rural cuando van a conceder un préstamo. Es una tremenda burocracia. Muchas veces, no tienes permiso ni siquiera de acercarte al gerente. La COOCREDI es como si fuera la casa de los trabajadores, vas allí y negocias, haces el préstamo, pagas cuando quieres. Las reglas son totalmente diferentes.
¿Cómo empezaste a enfocar sólo en las mujeres? ¿Cómo fue ese trayecto?
Nazaré – En 86, además de haber trabajado con ese movimiento, también formaba parte de un grupo de oposición sindical en mi municipio, porque el sindicato era flojo allí. Trabajaba sólo para el lado de los patrones y queríamos que el sindicato de trabajadores rurales cambiara esa realidad. Yo era de la oposición y me presenté como candidata a presidente del sindicato. En ese tiempo la mujer no entraba en el sindicato, ni siquiera era socia. Nos inscribíamos en el carné como dependiente del marido. Y creamos una revolución en el municipio, cuando en esa fecha se afiliaron más de 400 mujeres, obligamos al sindicato a afiliarnos. Yo estaba en el medio de las peleas. Después de 20 años, 18 años trabajando, ¿cómo es que nosotras íbamos a estar nada más que como dependientes de los hombres, trabajando juntas con ellos todos los días? Resultó en mucha pelea, mucha confusión. Peleaba, pero para mí era una contradicción, porque peleo demasiado con los hombres. Hay momentos en los que no se puede trabajar. Hay hombres honestos, serios, pero hay unos que pierden el control de todo.
Pero esos trabajos, esas organizaciones de las que participas, ¿también tienen relación con otros movimientos? ¿Cómo funciona?
Nazaré – Con el movimiento de mujeres. Vemos la necesidad de una sociedad con otros movimientos. Por ejemplo, el MMTR Nordeste surgió donde había participación de movimientos, de esas ONGs que participaban en los municipios. Fuimos contactados por el MMTR. Es como si fuera una parte del CETRA entrando dentro. En Río Grande del Norte, es un movimiento por la iglesia llamado SAR - Servicio de Asistencia Rural. Ese movimiento también estaba allá. De Alagoas era la CEAPA, en Maranhão era por la Pastoral de la Mujer, en Piauí era por la Pastoral de la Tierra y la CPT. En Pernambuco, era por el movimiento sindical. Fuimos juntando ese bollo, esos pedazos juntándose, pero siempre respetamos de donde vino el otro. Lo que nos interesaba en aquel momento era la junción de las mujeres y trabajar para que ellas, dentro de su institución, se pudieran capacitar para ir al confronto. No de pelea, pero tener voz y tener oportunidad para desde dentro cuestionar, mover. Más o menos eso.
Teníamos mujeres de varias organizaciones, pero, lo que queríamos de verdad era formar un movimiento de mujeres que, aun ligadas a eso o aquello, se hicieran autónomas para pelear desde dentro, se capacitaran para eso. Y hubo mujeres que después hicieron el movimiento sindical, siendo dirigente de sindicato y todo más. Algo que me parece muy bueno en el MMTR es ese respeto que tenemos por la diferencia y la visión de lo que queremos. Por ejemplo, la mujer es el foco cierto. Lo que queremos es esa capacitación, es ese crecimiento de la mujer. No importa en que organización esté. Por eso que trabajamos la cuestión del cuerpo, para que ella se entienda, se valore a sí misma. Y eso ha cambiado mucho. La mujer ha aprendido a valorarse más, a andar más bonita, más arreglada, tanta cosa que la trabajadora a veces... Yo, no.
Te confieso que siempre he sido muy vanidosa. No estoy aquí bonita solamente porque no puedo. Pero, realmente, mi condición financiera me da hasta aquí. Aprendí con mi familia dos cosas: en primer lugar, la comida, para el auto mantenimiento de la vida, de la salud; y la ropa, el calzado, la televisión, la belleza dentro de casa. Eso yo he aprendido. Pero hay personas que no son así. Hay mujeres que empezaron y veías a aquellas pobrecitas, el pelito desgreñado sobre los ojos, un moño con un peine, toda desarreglada. Hoy ves que andan emperejiladas, de tacón, toda guapa, vestidito bien elegante. Vemos cómo las mujeres han cambiado.
¿Cómo es esta capacitación?
Nazaré – En la capacitación, abordamos un tema y, si tenemos personas en el movimiento capacitadas en ese tema que queremos abordar, hacemos la capacitación. Si no tenemos, llamamos la asesoría de fuera y hacemos la capacitación.
Por ejemplo, la campaña de documentación de la trabajadora rural, hemos trabajado siempre solos, porque es algo de concienciación de la trabajadora buscarlo. Orientar por qué medio ella saca los documentos y hacer campaña, presionar al gobierno. Hoy, les digo que si existe un proyecto en el Gobierno Federal de que la documentación es una política pública, que hacer el registro, carné de no sé qué, es gracias a ese nuestro movimiento. Porque presionamos en gobierno, participé de ese grupo, nos quedamos seis días en Brasilia, investigado todo los ministerios, entregando documento en la mano del gobierno Lula. Y como es un gobierno más o menos popular, lo acepta.
La cuestión de la Marcha de las Margaritas es foco que llevamos una pauta de reivindicación. Llevamos varias: la cuestión de la tierra, la cuestión del crédito para las mujeres, la cuestión del aumento del sueldo. Por eso peleamos, por aumento de sueldo. Porque creemos que tú, como asalariada, teniendo un mejor sueldo, pagarás mejor por mi producción. Es una visión que tenemos y peleamos por el aumento del sueldo. La cuestión de la salud especializada para las mujeres, todas esas cosas forman un montante de reivindicaciones que entregamos al gobierno, a los diputados, al senado. Vamos a negociar y a presionar. Todas esas cosas que acontecen, sueldo por maternidad, jubilación de la mujer a los 35 años, en todas esas tuvimos participación, porque estábamos allí con las compañeras, con los otros, presionando a diputados, presionando a gobernadores. Las cosas han mejorado un poco, pero no porque los gobiernos sean buenos, no. Es la presión del movimiento de las mujeres.
Mencionaste el ejemplo de la Marcha de las Margaritas. ¿Cómo fue?
Nazaré – Marcha de las Margaritas es una marcha que junta a varios movimientos de trabajos feministas y movimientos mixtos, como el MST, el movimiento sindical, la Contag. Muchas veces la bandera de frente es la Contag, y dentro de la Contag existe una comisión de mujeres. Hasta porque ellas están en un movimiento mixto, van articulando, van juntando otros movimientos. Sólo para que se tenga una idea, en esa última Marcha de las Margaritas de 2003, pusimos más de 50 mil mujeres dentro de Brasilia.
¿Cómo comenzó esa marcha?
Nazaré – Exactamente esa discusión que hacíamos de llevar documento de pauta y juntar a mucha gente para presionar, a muchas mujeres. Porque para ir con una pauta y dos mujeres, a veces, ni siquiera te reciben. Pero si van dos, tres a negociar allá, porque no entra todo el mundo, pero estamos millones alrededor del Palacio del Planalto, estamos allí en el Palacio del gobierno haciendo ruido.
¿Pero cómo consiguieron juntar a 50 mil mujeres? ¿De todos los movimientos de Brasil?
Nazaré – Apoyo, tanta cosa, sindicatos. Las mujeres hacen mucha cosa, bingo, rifa en las comunidades, cada una hace lo que puede. Y también tenemos la ayuda de las ONGs, de los sindicatos, de las federaciones de los sindicatos, de la propia Contag, de las ONGs del extranjero, porque hacemos proyectos, ¿no? Entonces se junta todo eso, se recauda y se hace. Tuvimos en esa última, también, el apoyo del proyecto PDHC – Proyecto Don Helder Câmara. Estábamos trabajando la campaña de documentación y él también nos apoyó con una cierta cantidad financiera. Vamos trabajando, contratamos autobús. ¡Cómo sufrí Ir en autobús a Brasilia, nunca más. Contratas un autobús, lo llenas de mujeres y vas. Llegas en Brasilia y haces un jaleo.
¿Tienen ustedes una pauta que ya fue discutida antes?
Nazaré – Sí. Antes hubo una preparación. Están los encuentros en cada movimiento para organizar cada uno de ellos. Están los encuentros regionales, municipales, estaduales para después llegar a una coordinación nacional. Esa coordinación prepara todo y al final está todo organizado.
¿De esa articulación, ya llegamos en la Red LAC, entonces? Primero quería saber, ¿cómo entraste, cómo apareció esta idea de tener la red?
Nazaré – Aquí en Brasil, después que hubo el 1er Enlac, definimos una comisión que iría a cuidar de esos asuntos de la Red y se volvió una coordinación. Luchamos hasta que conseguimos una sede propia. Porque necesitábamos de un lugar para la junción de todos los documentos. Por ejemplo, Ecuador quería enviar un aviso, ¿para quién lo envía? Entonces existía esa discusión de dónde debía ser esa sede. Primero votamos en Perú, pero no fue posible. Después decidimos que iba a quedar en Brasil. Durante mucho tiempo el MMTR Nordeste estuvo con esos materiales. Todas las noticias venían para el MMTR, porque Vanete también participaba del MMTR en ese tiempo, como asesora, y todo llegaba en el MMTR. El MMTR asumió también la cuenta bancaria de la rede. Para dar cualquier ayuda para la Red, entraba en la cuenta del MMTR y ellos pasaban para la Red, porque la Red jurídicamente no era registrada y no lo podía. Y así fue hasta que conseguimos, ahora en 2003, la sede y conseguimos también hacer el estatuto y montar la coordinación.
Y la razón por la que estoy en esa coordinación desde el inicio es porque teníamos esa coordinación provisoria; aunque no fuera registrada, formábamos parte de esa coordinación. Estaba ese grupo que cuidaba.
¿Que era un grupo que había venido del MMTR?
Nazaré – Era del MMTR. Hoy, prácticamente la red está así: quien hace la coordinación de la Red son los movimientos. Aquí en Brasil, por ejemplo, forman parte la Contag, el MAMA y el MMTR. Son las personas que están en la dirección de la Red.
¿Quién es de la Contag hoy?
Nazaré – De la Contag es siempre la presidente. Hoy es Carmem, una chica de Pará. Es muy buena, tiene una muy buena visión. Así que el MAMA tiene un cierto crédito, pero creo que va a retomar.
¿Qué es MAMA?
Nazaré – Movimiento Articulado de las Mujeres de Amazonas, algo así. De aquella región, Tocantins, Pará, hasta de Maranhão, hay un grupo que forma parte.
Estoy curioso con ese comienzo del MMTR, porque va a ser importante para surgir la red. ¿Dónde surgió el MMTR?
Nazaré – En un encuentro al que fueron Vanete y Auxiliadora, porque formaban parte del movimiento del Sertón Central, eso alrededor del 85, todavía. Cuando ellas llegaron de ese movimiento, también llegaron con la decisión de articular a las mujeres. Porque había toda una negatividad de que las trabajadoras rurales no aparecían en esos movimientos grandes. Ellas echaban de menos eso. Estaban allí las mujeres, pero si fuera una conferencia para hablar de asuntos de mujeres, ¿por qué no todas las camadas, indias, negras, blancas, todas las clases? Así que estaba el movimiento del Sertón Central y el de Paraíba. Los dos movimientos se juntaron y resolvieron hacer esta articulación en el Nordeste para saber quién trabajaba con mujeres trabajadoras rurales. Esas personas que ellos contactaron, esas ONGs, entidades, iglesias, que trabajaban con mujeres trabajadoras rurales fueron invitadas a llevar sus representantes. Y así, en Ceará, el Cepra fue invitado.
Fuimos Margarida, que era la secretaria, Vera, que era una amiga mía, y yo para ese primer encuentro. Y cuando salimos, salimos con esa discusión, porque es en el intercambio de experiencias que vas viendo la necesidad: no había jubilación para la trabajadora rural, no había sueldo por maternidad, no había nada. Ya salimos de ese encuentro con la carta de pauta firmada y enviada a los diputados federales presionándolos para que fuera votada una ley, sancionada una ley, en la que la trabajadora rural fuera jubilada independientemente de ser casada, soltera, lo que fuera. Queríamos más, queríamos que fuera a los 50 anos. Después fue a los 55. ¡Eh ¡Paró dinero en el bolsillo Es a los 55 años que se jubila.
Me acuerdo mucho de que cantábamos una canción que es de un tipo, parece que de Río Grande del Sur. Él cantaba así: “Mujer del conuco sólo se puede jubilar el día que muere su marido”. Porque ahí tendría una pensión. No era jubilación, era pensión. Trabajamos, se hizo la carta y se la envió al Senado y a los diputados federales para que hicieran esa ley de jubilación. Una carta bien hecha y firmada por todas nosotras que estábamos allí presentes. Y, había otro estado como el Río Grande del Sur que tenía una persona participando, también firmó. Y nos pareció poco, aun siendo pocas personas, estaba allí representando un estado. Esa carta la encuentro muy válida, porque resultó de verdad. En 88, se la aprobó. A partir de ahí nos pusimos a articular y surgió ese otro encuentro en 90, allá en Argentina. Se creó aquella historia de la oficina, ellas se juntaron allá. Y también por falta de trabajadoras rurales...
¿Ellas quién?
Nazaré – Vanete y Betty que estaban en esa reunión, allá en Argentina, y acabaron haciendo una oficina allá. Y salieron con una propuesta de trabajar en un encuentro latinoamericano. Y fueron a trabajar. En 92, Vanete ya me había enviado como asesora del movimiento, porque yo ya había hecho algunas articulaciones y ya pensábamos en el 1er Enlac. Fue cuando me invitaron a formar parte de ese negocio. Yo ya era de un movimiento y me nombraron, Vanete y yo, que era para haber una asesora y una trabajadora.
¿Ya era del MMTR?
Nazaré – Ya era del MMTR. A partir de ahí, fui a la primera reunión en Fortaleza. Después de eso, nos quedamos aquí en la articulación de Ceará. Fui a Beijing para hacer la articulación, porque no había otra persona. Había, fue un viaje muy codiciado, pero yo fui la más votada, porque era la que formaba parte de la coordinación internacional y tenía que ir. Fui a Beijing con la responsabilidad de hacer esa articulación con otros países, juntamente con Betty. Y conseguimos. Fuimos allá, a esa reunión.
¿Cómo fue en Beijing?
Nazaré – Fue muy interesante. Llegamos dos días antes del comienzo de la Conferencia. Había una Conferencia oficial, de los problemas mundiales, en la que se iba a discutir políticas públicas relacionadas a la mujer. Está claro que los movimientos crearon una curiosidad de saber lo que ellos iban a discutir en esa conferencia, si no había nadie allá para hacer propuestas. Así que los movimientos se articularon, movimientos de todo el mundo y crearon una conferencia paralela. Estaban la oficial y la paralela. Y yo fui a la paralela, porque yo era del movimiento. A Margarida, que era de una ONG, la invitó el gobierno a participar de la conferencia oficial. Así que había un cierto conflicto. Margarida fue a la oficial y yo a la paralela. Fue bueno conocer la realidad de China, ver a muchas mujeres.
¿Hubo algún hecho sobresaliente?
Nazaré – Cosas que me marcaron: primero, la llegada. Me admiró mucho el trabajo de la embajada brasileña. Les debemos mucho a ellos. Nos fueron a recibir en el aeropuerto, decirnos qué autobús deberíamos tomar, porque no nos quedamos en la capital. Era para ser en la capital, pero el gobierno de China no lo aceptó. Nos quedamos en un estado a 50 kilómetros de distancia de la capital. Y la embajada estaba allí para recibirnos, con flores para todas. Salimos de Corea del Sur y fuimos a Shanghai y después a Beijing. En Shanghai, cuando llegamos, el aeropuerto estaba todo decorado con flores. Y cuando llegamos en el aeropuerto de Beijing, nuestro pasaje fue por una muralla de flores, bien bonita. Y cada mujer recibía una flor al llegar.
¿Quién organizó eso?
Nazaré – No sé si fue totalmente el gobierno o quién fue. Sé que estaba muy bonito y organizado. A mí me marcó. Incluso, pienso que, si fue el gobierno, es porque quería parecer de buena pasta, para que ablandáramos. Y la embajada estaba allí y también había hecho un libro, un cuadernito, todo escrito en mandarín y portugués, con todos los puntos turísticos de China, las palabras más usadas, las que más necesitábamos hablar, todo eso. Y cuando queríamos ir a la parte tal, decíamos “please” y mostrábamos el cuadernito. El tipo iba, y nosotras íbamos atrás. Porque sabíamos que estaban allí los garabatos y debajo decía lo que era aquel garabato. Por ejemplo, yo quería ir a la Plaza de la Paz Celestial, estaba allí escrito y arriba en mandarín. Voy, le muestro al taxista, y él me lleva. Una cosa les digo a ustedes, con mucha sinceridad: no había robo, nada. Una gente muy seria, que si le pidiera para dejarte aquí, te quedabas aquí mismo. Eran muy serios, honestos. Por lo menos en ese período, no sé después.
¿Cómo fue el encuentro en sí?
Nazaré – El encuentro fue así: ya había una preinscripción. Me inscribí en abril y, en mayo, estaba segura acerca del hotel que yo iba, el número de mi habitación, ya había recibido en casa todo, todo. Hasta el diseño de la cama lo tenía. Todo, todo, todo. Porque era así: hacías la inscripción y si la ONU dijeras que ibas, ibas. Pero si no tuvieras el permiso, no ibas. Porque hacíamos la inscripción por la ONU. Aunque fuera paralela, era la ONU que decía si el movimiento podía ir o no. Y tuve esa gloria de ser la primera cearense a recibir. Por lo increíble que parezca. Ser la primera cearense a recibir un lugar en el hotel, todo correcto. Llegamos allí dos días antes, pero no me quedé en ese hotel. Porque en el hotel que yo había nombrado, me iba a quedar aislada de las cearenses. Pero me arrepentí, porque me quedé en un hotel junto con las cearenses y no me fue tan bueno. Como trabajadora, me sentí despreciada. No me sentí a gusto. Y Margarida, muy amiga mía, prácticamente una madre, en ese sentido, Margarida no estaba allí. Porque fui a la paralela y ella se quedó en Beijing. Por eso mi sufrimiento.
¿Esas que se quedaron contigo no eran del movimiento?
Nazaré – De otros movimientos. Otras organizaciones urbanas. Mujeres que se involucraron en el movimiento sólo para decir que iban, pero no iban totalmente a la conferencia. Nos quedamos en ese hotel y empezó el encuentro. Era así: por la mañana había un lugar, un forum grande donde se reunían todos los líderes de países y se hacía una discusión sobre el debate “x”. Por ejemplo, se discutía el tema de la violencia, salud, aborto, educación. Tanta cosa que se discutía... la cuestión de los derechos de las prostitutas, había un montón de organizaciones allá. Había incluso mulsumanas gritando y golpeándoles la cara a las otras mujeres. Porque les parecía que las mujeres no debían salir de casa, pero también estaban allí, golpeándoles la cara a las prostitutas. Le golpearon la cara a una mujer. Porque la prostituta llevaba una ropa un poco más simple y ellas andan con aquellas telas y piensan que las mujeres tienen que andar de aquella manera. Acompañamos la manifestación. ¿Has visto la foto en la que estoy con una pancarta en inglés? Es de una manifestación.
Creo que dice “Dile no a la violencia”.
Nazaré – Aquel día era sobre reforma agraria. Pero había otras. Pero la mía era de reforma agraria. Se juntaba aquel grupo, había muchas pautas, contra violencia, por la reforma agraria, cada una llevaba su papel.
¿Y cómo fue la pauta de la mujer agraria en ese encuentro?
Nazaré – En ese encuentro era exactamente sobre la discriminación de la mujer cuanto al crédito. Porque en las áreas de asentamiento, los hombres tienen los créditos, la carta de anuencia, el título se le da al hombre. Y nosotras íbamos allí a pelear para que el título de la tierra quedara en nombre de los dos y las mujeres pudieran hacer crédito. Porque existen trabajadores rurales que son honestos y buenos para la familia, pero existen los que hacen préstamo y lo gastan hasta en aguardiente, y después queda la deuda y la pobre mujer que se queja. Estábamos en esa pelea para que la mujer tuviera ese derecho garantizado, porque ella también es trabajadora rural. Estaban todas esas pautas.
¿Hablaste algo?
Nazaré – Hablé, pero era muy difícil entender, porque no sabía hablar ninguna lengua. Comprendo un poco de español y mis amigas hablan un poco de español de broma. Pero no voy a encontrarme contigo, si no te conozco ni hablo español, porque sé que estoy hablando mal, no estoy hablando español correctamente. No voy a entrar en eso. En cualquier lugar donde voy a hablar, en México, en Perú, por donde ya he andado, hablo mi lengua. Quien quiera comprenderme, que busque a otras personas. Entonces hablé. Y había varias intérpretes brasileñas de la organización. Hablé un poco, canté una canción.
¿La canción que cantaste o otra?
Nazaré – No. Otra canción. Esa es ¿Dónde están nuestros derechos?.
¿La recuerdas?
Nazaré – Sí, pero no la quiero cantar. Esa es bien revolucionaria, una crítica bien pesada.
¿También escribes?
Nazaré – Sí. No tengo muchas canciones, porque hacer letra de música es muy fácil, hasta demasiado, cualquier inspiración tuya hace una canción. Ahora, hacer una canción que no sea copia de otro, crear una canción que no sea la canción de otro... Porque si haces una letra y pones en una música mía, es parodia, no tiene validez y te puedo procesar, además. No hago parodia. No tengo ninguna canción parodiada.
¿Todavía vives en la misma comunidad? ¿Cómo es tu vida en el día a día en la comunidad?
Nazaré – Sigo viviendo en la comunidad. Voy a las reuniones para discutir mejorías de la educación, de carreteras, de teléfonos, de todo sobre lo que he dicho que no existe. Estamos siempre reuniéndonos, discutiendo. Para discutir los problemas del asentamiento, que nuestro asentamiento es colectivo. Por ejemplo, vivo en mi pedazo de tierra y allí es mi patio, pero a partir de ahí es colectivo. Eso requiere una cierta articulación desde dentro para automantenernos seguro. Principalmente mi comunidad que está a la orilla del mar y corre el riesgo de los grileiros de tierra a la orilla del mar. Y eso causa un tremendo jaleo y necesitamos estar siempre reuniéndonos para resistir a eso. Porque el tipo llega y te ofrece por tu casita que está a la orilla del mar una cajita más pequeña que esa y el tipo ofrece 30, 40 mil reales. El cateto, que nunca ha visto dinero en la mano, se vuelve loco y la quiere vender. Coger 30 mil reales, 40 de una sola vez, ¡Virgen María Y tenemos que resistir.
¿Cómo hacen para evitar que alguien de São Paulo venga, por ejemplo, a comprar?
Nazaré – No aceptamos de forma alguna. Si alguien sabe que alguien allí está haciendo algo, nos reunimos y armamos un alboroto. A veces, pasa un vendaval, y se van la casa, la cerca, la teja, un montón de cosas. Entonces el tipo desaparece. Y con eso no dejamos que el tipo se meta.
El vendaval lleva la casa de quien entró sin...
Nazaré – De quien entró sin pasar por la dirección del movimiento. El movimiento tiene su dirección.
Vivías en la comunidad desde que naciste. ¿Y cómo aparece ese asentamiento?
Nazaré – Esa es una historia que, si te la voy a contar, me vas a prender aquí hasta las doce de la noche.
Entonces después me la cuentas. Pero, volviendo a tu día a día, ¿cómo es?
Nazaré – Tenemos la reunión de la comunidad, está la reunión del grupo de mujeres, porque trabajamos con un grupo específico de mujeres, tenemos también reunión como CETRA, a veces, la Cocred me llama, yo salgo. O, cuando llego en casa, paso una semana fuera de casa, pero cuando llego, mi habitación está allá, porque el marido no hace nada. El marido hace la comida para comer el día que está en casa. Mi hijo tampoco la hace. Incluso porque mi hijo enseña, es profesor y tiene un trabajo, enseña en una escuela que es del CETRA, que es una escuela que le da un trabajo muy grande. Además de enseñar, tiene que pasar el día escribiendo, porque tiene que hacer un informe de cada alumno, informe general, no sé más qué, ¡tanta cosa Es un trabajo de universidad lo que hace. Así que, cuando llego, hay ropa sucia, hay tanta cosa que hacer que corro demasiado. A veces me da pena, porque se han muerto gallinas por falta de cuidado, se han estropeado huevos, porque la gallina los ha puesto y nadie los ha recogido. A veces, cuando llego hay hasta pérdida, ¿no? Pero llego, tomo cuenta y asumo. Y mi casa no tiene agua canalizada, hay que traer agua para casa. Todavía vivo en una situación muy rústica. Aparentemente no tengo cara de trabajadora rural, pero mi vida es esa, muy dura.
¿Cómo es cuando estás allí?
Nazaré – Mi día a día es eso: lavar, secar ropa, muchas veces arreglar la canoa de mi marido. Hacer el trabajo de otras que llegan, todo eso. Hacer el trabajo de casa: cuido de las gallinas, de los animales pequeños y voy trabajando. Por ejemplo, si él trabaja en la tierra, si cava la tierra, yo tengo que plantar patata, plantar frijol. Después tengo que cosechar el frijol, cosechar el maíz. Todo eso, si estoy en casa, lo hago. Juntar el coco de los coqueros que está cayendo, porque hay que juntarlos para dentro. Todo eso. Una vida ardua de trabajadora rural. Porque hay horas que no sabes, estás aquí haciendo una cosa y limpiando un pescado, asando un pescado allá en el fuego. Porque el pescado viene, como en el dictado popular, con tripa y nudo. Y llegas, vas a limpiarlo, escamarlo, arreglarlo bien arregladito. Gracias a Dios, hace unos seis años que tengo energía en casa y eso me alivió un poco. Porque compré una nevera y ya no tengo el trabajo de salar el pescado, que yo lo salaba. Otra cosa: en cuanto me casé, usé durante un año horno de leña, pero de a ahí compré una cocina a gas que da más descanso, no estar fregando las ollas sucias. Esas cosas que van mejorando un poco nuestra vida. Y paso el día en esta lucha. Y cuando salgo para esas reuniones y vuelvo.
Y además participas de la Red.
Nazaré – Participo de la Red. De vez en cuando huyo, paso una semana aquí en São Paulo, paso una semana, dos semanas en Recife. No pasa un mes sin que yo vaya dos veces a Recife.
¿Y la casa? ¿Cómo queda? ¿El marido?
Nazaré – El marido se queda en casa. Cuando sale, la cierra. Tengo una niña que crío, está todavía estudiando. Va a la escuela todos los días, duerme y va por la mañana y vuelve por la tarde. Cuando está en casa, hace alguna cosa. Es más o menos eso mi vida. Hay que hacer todo ese trabajo. Y además corres para hacer las reuniones, la celebración en la comunidad, para juntar la gente, esas cosas. Y encuentras tiempo para esas cosas.
¿Y cómo conseguiste además, con todo eso, hacer un primer encuentro de la Red LAC?
Nazaré – Ese fue un período peor, en el que pasé meses en Fortaleza. Yo salía el lunes tempranito y volvía el sábado. Tenía nada más que la tarde del sábado y el domingo para estar en casa.
¿Y cómo fue participar de ese 1er Enlac?
Nazaré – Fue bueno por el trabajo que hicimos. Se dice que el placer de tener un hijo es que después del dolor, viene la gracia que es tener al niño. Sentimos de verdad los dolores del parto, porque fue muy, muy sufrido. Sabes que cuando vimos la realización del encuentro, juntar a trabajadoras rurales de 22 países, conseguir eso, y ver a las trabajadoras discutiendo, diciendo sí, o diciendo no a lo que ellas no quieren, a decir “Nosotras queremos usar nuestra lengua, queremos hablar; no queremos que nadie más pida por nosotras; vamos a decir lo que queremos”, eso, cuando termina. Y si ves hoy los relatos de aquel libro con el que Vanete estaba, aquel verde, si tuvieras la oportunidad de ver aquel libro, verías la riqueza, los puntos que coinciden en toda América Latina, las diferencias. Todo eso que está allí escrito fue muy arduo cumplirlo. Cuando ocurrió, nos sentimos realizadas, como si hubiéramos parido al niño más lindo del mundo. La verdad es esa: hay sufrimiento, pero también...
Y, en el Enlac, discutieron también la pauta que ustedes tienen, ¿pero también hubo capacitación?
Nazaré – Cuando salimos del 1er Enlac, ya salimos con una decisión de hacer el segundo. Y, como ha dicho Vanete hoy, había una previsión de ser antes y, por condición financiera, porque no conseguimos recursos, apoyo, así que se pospuso por más tiempo. En la época de la fundación de la Red, ya sabíamos que iba a ocurrir ese encuentro, y decidimos en Olinda dónde sería. Fuimos a discutir junto con los países de la coordinación internacional dónde era. México decidió que sería allá.
Fuimos a hacer toda esa articulación y, en mayo de 2005, - el encuentro era para ocurrir en octubre- en mayo, fuimos a México, Vanete y yo, y pasamos 14 días allá también concertando, concordando, discutiendo puntos. Vanete, Betty, yo y otras compañeras fuimos para allá e hicimos los últimos ajustes. Y, ya en julio, Vanete fue y pasó dos meses allá en el mismo preparo. Y, una semana antes, fue un grupo, con la secretaría del movimiento.
Ese año, gracias a Dios, no fui como coordinación internacional, sino como participante. A participar y a dar una animada en el mujerío. Cuando alguien estaba dormitando, estaba allá en el escenario la muñequita chismeando. Pero para despertar a las mujeres, en el momento correcto. Para mí, fue muy bueno. Fue un poco conflictivo, como lo dijo Vanete. Creo que aquí en Brasil estuvo un poco mejor, porque, no es presunción, pero realmente nuestro país es el que tiene más control de las cosas. Los otros países son muy dudosos. Son muy tumultuosos y, a veces, no consiguen ajustar las cosas. Una cosa que percibimos es que existe un miedo, en América Latina, existe un miedo del poder gubernamental. La mayoría de los países, no tiene nuestro régimen democrático. Es una democracia muy concentrada en poder arcaico, primitivo y la discriminación prevalece, de trabajadoras rurales, de indígenas. Y, para esa, es aun peor que para la trabajadora rural, porque es una vida totalmente diferente, mucho más atrasada. Está todo ese proceso de dificultades.
¿Ustedes se encuentran, discuten y después cada una vuelve a su país y aplica las cosas discutidas en el Enlac? ¿Cómo funciona?
Nazaré – De cada encuentro, de esos que salimos con una pauta de los temas debatidos. En ese último, que ocurrió el año pasado, salimos con una pauta final, reivindicatoria, que era enviada a todos los gobiernos de cada país. Ahí entra la cuestión de la salud, educación, sueldo por maternidad, en los países en los que no los hay; jubilación de la trabajadora, en los países en los que no la hay; la cuestión de la vivienda, la migración, el medio ambiente, todo lo que pueda hacer con que la trabajadora tenga una vida más razonable.
Entre un Enlac y otro, ¿cómo sigue habiendo el movimiento de la Red junto a las bases?
Nazaré – Es ese trabajo de transmisión, de comunicación. Por ejemplo: está ocurriendo algo en México, la Red tiene noticia o alguien va a participar y, al llegar, informa a las otras. Muchas veces son temas que podemos debatir en determinados momentos, en los grupos. Tanto en los encuentros más grandes, en nivel de movimiento, como en los encuentros de la base.
Cuando termina el Enlac, ¿ustedes se organizan para hacer capacitación en otra organización? ¿Cómo funciona?
Nazaré – Depende de cada movimiento, cada uno da la capacitación a su manera, a su forma y en la línea que quiere capacitar. Nosotras, por ejemplo, terminamos un curso de capacitación de educadoras, en el que capacitamos a 16 mujeres. Era una capacitación desde la formación, la visión crítica, la propia lectura, el habla. Entonces fuimos haciendo textos. Ese libro que está por ahí, Carretera de la Sabiduría, fue hecho por nosotras, trabajadoras. Cada una escribió un texto, uno ó dos textos. Y lo que la asesora del programa tuvo que hacer fue perfeccionar y poner en un esquema para lanzar el libro, pero lo escrito es nuestro, de nosotras.
¿Cuál el programa?
Nazaré – Formación de educadoras. Es escrita de las personas, hablando sobre los movimientos sociales, lo que entendemos, lo que quiere saber. Y ese libro lo vamos llevando a las bases, para leer en los grupos. Por ejemplo, había una mujer que está allá hace diez años y no sabe cómo se da el movimiento sindical, cómo se da en el movimiento por la tierra, quién es el MMTR. Y está allá: qué es eso, aquello. A partir de la propia habla de la mujer, de lo que ella participa. Ella es una sindicalista, va y habla cómo es. Es la propia mujer que escucha la experiencia de la otra. No es aquel movimiento social superfluo, sino aquel movimiento social vivido. Y, con la propia habla de la mujer, a modos comprensibles, de una para otra. Que yo le hable a una trabajadora rural es diferente de que hables tú. Aunque seas sabida, hayas estudiado, se graduado, su formación lo impide. Muchas veces, mientras más graduada, más difícil es la capacidad de la trabajadora rural semi-analfabeta o analfabeta de comprender el lenguaje. Está toda esa historia que hacemos y por eso le pusimos el nombre al libro de Carretera de la Sabiduría.
¿Hay un libro tuyo también, no lo hay?
Nazaré – Hay. Uno sólo de canciones. Tengo en mi libro 48 canciones. No, 40. Y tres son nada más que habladas. Por ejemplo, la primera del libro es una versión de la historia de mi asentamiento, desde los años de mil ochocientos y pico hasta ahora. Está escrito en 32 versos, que es el Maceió ayer y hoy. Contada en 32 versos, una reducción, del siglo 18 hasta el 21. Está contado en 32 versos. Un poco de la realidad abreviada, bien abreviada. Y también hay otra que es Solidaridad en Acción, a la que yo nunca le he puesto música. Y hay otra, que tiene el título Ciudadanía, a la que tampoco le puse. Pero vienen muchas otras: Homenajes, Papel de la Mujer, Ven a Rimar Conmigo, Mujer y Producción, Escrita No es Fácil, Mujer Generando Vida, Género en Igualdad, 500 años de Brasil, El Brasil en que Vivimos. Hay muchas canciones. Porque es así, el libro está escrito en dos partes: hay una parte que ella está como guerrera, que son las canciones revolucionarias de lucha; y está la soñadora, que está en la parte más romántica. Y hay canciones más religiosas, como Mujer en la Biblia, Mujer Modelo que también es de ritmo religioso. Estrella Guía. Antes de estar aquella telenovela, yo ya tenía la canción. “Tá ahí la telenovela, ¿tú no la registraste?”.
Ya que has hablado de sueño, ¿cuál es tu sueño?
Nazaré – Mi sueño es ese mismo, de ser tanta cosa. En algunas cosas me siento realizada. Por ejemplo, tenía mucho sueño de viajar. Y eso ya lo he hecho en mi vida, que ya estoy casi queriendo quedarme en casa. Pero estoy en casa y dentro de un mes ya estoy viajando al Acre.
¿Cuál es tu sueño para la Red?
Nazaré – Mi sueño para la Red es que venga a contribuir para los movimientos sociales que están involucrados en ella y los que no están. Que venga a ser ejemplo, sirva de eslabón de comunicación, difusión de las organizaciones de mujeres. Y uno más grande: una junción más grande de las luchas y victorias de toda América Latina.
¿Te gustaría dejar un mensaje a todas las mujeres?
Nazaré – Yo diría que, como mujer no debemos nunca sentirnos diminuta, la pobrecita, sino que tenemos que sentirnos, en primer lugar, gente, y empezar a valorarnos a partir de nosotras mismas. Porque sólo voy a valorar a otra cuando me valoro a mí misma. Mientras no hago esa descubierta de mí misma, de mi valor de mujer, del papel que tengo que asumir en la sociedad, difícilmente lo paso para otra persona. No consigo ultrapasar mis límites para el otro lado, porque estoy presa al mío, de decir que no sirvo, que no valgo, que no puedo ir para allí, tengo miedo, no sé que cosa. Y, cuando tienes esas cosas dentro de ti, no consigues ser revolucionaria, la mujer que critica, que educa, que habla. Entonces, este es mi mensaje: que cada una busque sentirse gente, valorarse a sí misma y así podrá contribuir con la sociedad en la que ella, aunque viva en una pequeña comunidad, comienza a contribuir cuando se autovalora.
Muy bien. Y por último, ¿qué te pareció darnos esta entrevista?
Nazaré – Te digo, para mí, fue buena. Entrevista siempre da una ansiedad, porque hablas, hablas y dices cosas que realmente no querías decir, pero acabas diciéndolas. Porque la historia requiere que digas cosas que quieres. Me sentí muy a gusto y decir que confío en ustedes y espero que este trabajo venga a contribuir tanto para el crecimiento de la Red, como para el de ustedes del Museo, con el que ya podemos contar en el cuadro de nuestros socios. Y quería decir, que como he sentido confianza, espero que esa confianza perdure y que sea fiel. Que no se vuelva utopía en mis ojos. Que se vuelva verdadera acción, que venga a servir de luz, transformación, de críticas y despertar de una sociedad más justa, donde hombres y mujeres puedan amarse con más dignidad y respeto.
En nombre del Museo de la Persona, muchas gracias.
Esas cosas que hablas, es muy bueno escuchar. Enseñan mucho. Gracias.
Nazaré – Gracias.
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